“Hagan lío” fue una de las frases más recordadas del Papa Francisco durante su pontificado, que llegó a su fin por el fallecimiento del Santo Padre este lunes por la mañana. Esas palabras que calaron hondo en cientos de millones de personas en todo el mundo, pero por sobre todo, en los presentes en aquel histórico momento.
Fue el 23 de julio de 2013 en las Jornadas Mundiales de la Juventud en la ciudad de Río de Janeiro (Brasil), apenas cuatro meses después de la asunción de Francisco debido a los problemas de salud de Benedicto XVI, quien originalmente iba a presidir el encuentro.
En esa ocasión viajaron cerca de cuarenta mil argentinos. De manera improvisada, Bergoglio decidió reunirse con sus compatriotas que habían llegado hasta Río de Janeiro en la Catedral de esa ciudad, donde pudieron ingresar unas cuatro mil personas. Entre ellas, el cura rosarino Gonzalo Carbone, con amplio trabajo en el barrio La Lata y que cada año organiza la cena de Navidad para la gente en situación de calle en El Buen Pastor. Por ese entonces, era seminarista y viajó en auto junto a tres compañeros.
Los jóvenes rosarinos pudieron ser parte de ese grupo privilegiado que logró acceder a la capilla para presenciar el discurso del Papa. Ese fue el día en que pronunció la recordada frase: “Yo quiero lío en las diócesis. Quiero que hagan lío”, reprodujo Carbone. Y recordó otras palabras que lo marcaron: “La iglesia debe ser un hospital de campaña donde todos tienen que entrar”.
El encuentro fue un año antes del Mundial de la Fifa en Brasil en 2014, por lo tanto -recordó Carbone- que Francisco, apelando a metáforas futbolísticas, arengó a los jóvenes: “Vayan para adelante”.
Sobre sus sensaciones al ver al líder espiritual, mencionó: “Se notaba un tipo de edad, pero de actitud joven, y con una apertura total”. Además, recordó que “Francisco dio vueltas con el Papamóvil por todo Río de Janeiro durante todo el día para que los peregrinos lo puedan ver”.
Pero, ¿qué quiso decir Francisco con “Hagan lío” exactamente? Para Carbone, el significado fue: “Sacar a la Iglesia afuera, ese lío que él mismo hizo durante doce años de pontificado. Que los jóvenes no se queden en el chiquitaje de adentro de la sacristía. Salgan, molesten, el joven es ruidoso, eso quería, el lío santo de no quedarse encerrado”.
Sorpresa y viaje a Brasil
“Estábamos en duda, Benedicto renuncia, eligen a Francisco y dije ‘vamos’. Le pedí el auto a mi mamá, un auto a gas”, recuerda entre risas Carbone. “Fue una experiencia inolvidable”, expresó.
Ante el nombramiento de Bergoglio como jefe de la Iglesia, la sorpresa y alegría de los argentinos fue inconmensurable: “Descubrir que el Papa puede ser argentino, que estuvo en Rosario, que era una personas a quien seguíamos en las homilías que daba en Buenos Aires es una cosa única”. “El Papa visitó Brasil, estuvo con los jóvenes y redobló un ardor, un impulso desde la fe maravilloso”, contó Carbone todavía sin salir de su asombro.
Por último, el sacerdote rosarino destacó el legado del pontificado de Francisco: “Para mí fue mostrar el rostro misericordioso del padre, que en la iglesia entran todos, que debe acariciar como una madre. Y mirar desde la periferia, nos enseñó a ponernos en el último lugar y desde ahí analizar la realidad y ver qué pasos seguir. Pero contando con los excluidos, desde ahí la Iglesia debe anunciar el Evangelio”.
Eso sí, el auto a gas hizo que el regreso se demore unos cinco días. Y en cada parada que hacían los seminaristas, Carbone recuerda que los brasileños se mostraron “chochos” con la presencia de, quizás, el argentino más importante de la historia.