Con la presencia del gobernador Axel Kicillof y autoridades municipales, fue inaugurado el primer Centro Cultural y Turístico Municipal de Luján, que lleva el nombre Doña Ana de Matos, en homenaje a una de las mujeres más importantes en la historia fundacional de la ciudad. La apertura de este espacio marca el fin de décadas de explotación privada irregular del histórico edificio conocido como El Colonial.
Ubicado a 200 metros de la Basílica y a la vera del Río Luján, El Colonial permaneció por casi 40 años bajo manos privadas, con una concesión vencida y funcionando sin habilitación. Tras una larga batalla judicial, la actual gestión municipal del intendente Leo Boto logró recuperarlo en plena pandemia de 2020 y restaurarlo por completo, transformándolo en un espacio público.
El edificio albergará las oficinas de la Secretaría de Culturas y Turismo, talleres culturales, exposiciones y espectáculos artísticos. Será además un punto clave para la información turística, especialmente para los más de siete millones de visitantes que recibe Luján cada año, según datos oficiales.

La inauguración oficial fue anteayer, pero la primera actividad cultural gratuita prevista para los vecinos será el próximo sábado 22 de marzo con un show de Santiago Motorizado a las 21, seguido de un espectáculo de fuegos artificiales de bajo impacto sonoro con música y show de luces a las 22. Y a partir de la próxima semana ya estará todo activo.
«Lo más importante es que tanto el turismo como la cultura requieren una presencia estatal, una intervención de todos los actores del Estado presentes, y particularmente inversión. Para nosotros no existe el gasto en cultura o en turismo. Es una inversión que busca generar fuentes de trabajo y revalidar nuestra identidad cultural. Será uno de los centros culturales y turísticos más lindos que va a tener la Provincia de Buenos Aires», afirmó el secretario de Cultuta y Turismo local, Nicolás Capelli.
La historia de Ana de Matos y la Virgen de Luján
En los confines de lo que hoy la localidad de Zelaya, en Pilar, se levanta una pequeña capillita, a 15 kilómetros del centro de la ciudad. Construida en chapa y lajas negras, apenas sobresale en medio de los árboles y pastizales. Se trata de la Capilla del Milagro Nuestra Señora de Luján.
Ese lugar, ya sea por fe o por historia, es fundamental para todo el credo católico argentino: alli, cuenta la tradición, es donde se paralizó misteriosamente la carreta que en 1630 transportaba a la Virgen hacia Santiago del Estero, el que era su destino final.

Según contó el Padre Salvaire en 1889, la carreta se detuvo y no quiso avanzar más. Fue uno de los esclavos que transportaba a la virgen quien advirtió que la Inmaculada Concepción quería quedarse en esas tierras. La estancia en la que se detuvo pertenecía a Bernabé González Filiano Oramas, ubicada en el actual barrio de Villa Rosa.
Fue en esas tierras donde la virgen se quedaría hasta 1671. Durante esos años su culto estuvo asociado a las clases más bajas, con el famoso Negro Manuel como su representante. «El esclavo de la Virgen», como se hacía llamar él, había sido traído desde África y vendido a Bernabé González.

Muy atado a sus costumbres, el Negro Manuel fue el primer gran venerador de la Virgen y se encargó de cuidar su altar y de recibir a los cientos de fieles que empezaron a peregrinar en busca de la estatua.
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Con el paso de los años, la fama de la figura alrededor de la virgen siguió creciendo y, con ella, los testimonios de sus milagros. Pero paralelamente la ermita y la estancia de Bernabé González entraron en una incontenible decadencia. Tras su muerte y ante el aumento de los malones indígenas que robaban los ganados, la estancia fue abandonada.
En ese contexto, casi 40 años después, apareció Ana María Matos, una mujer valiente y luchadora que vivía a 25 kilómetros de Villa Rosa, en la actual ciudad de Luján. Matos se convertiría en la nueva propietaria de la virgen, le levantaría una capilla en el año 1880 y la renombraría Virgen del Río Luján. Y allí empezó otra historia…