Mucho antes de que Ricardo Caruso Lombardi o Claudio García, para citar los casos más recientes, empezaran a lograr en el fútbol un nivel de popularidad que los animaría después a incursionar dentro de la política, Rubén Glaría había sido jugador de clubes grandes, integrante de recordados equipos, mundialista con el seleccionado argentino e intendente de un poblado municipio bonaerense.
La carrera futbolística de Rubén Glaría
Rubén Oscar Glaría nació el 10 de marzo de 1948 en Bella Vista, provincia de Buenos Aires. Fue un eficaz marcador lateral derecho, aunque sin problemas para desempeñarse del costado izquierdo, tenaz e infatigable.
El período más destacado de la carrera profesional de Glaría transcurrió en San Lorenzo de Almagro, donde compitió por la camiseta número 4 con el histórico uruguayo Sergio Bismark Villar, alias el Sapo, todavía hoy el de más presencias oficiales con los colores azul y grana.
El Hueso disfrutó de una de las mejores épocas modernas del Ciclón, campeón de dos Metropolitanos (1968 y 1972) y de dos Nacionales (1972 y 1974). El primero y el tercero de esos títulos fueron en condición de invicto.
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La cuarta de esas conquistas fue posterior a su intervención en la Copa del Mundo de Alemania de 1974, donde un seleccionado argentino de apellidos importantes pagó con su eliminación en segunda fase (derrotas frente a Holanda y Brasil) un proceso previo muy desorganizado.
La militancia del Hueso Glaría
En medio de la efervescencia política que caracterizó al país durante la primera mitad de la década del 70, Glaría nunca ocultó sus simpatías por el justicialismo. Junto a otros colegas, como su compañero de plantel José Francisco Sanfilippo, formó parte de una agrupación de futbolistas que en 1972 apoyó el regreso de Juan Domingo Perón luego de 17 años de exilio.

Rubén pasó de San Lorenzo a Racing, tuvo una breve etapa en Belgrano de Córdoba y después se instaló en Junín, donde en 1981 contribuyó con su experiencia al primer ascenso a la máxima categoría de un poderoso Sarmiento (Toti Iglesias y el Tigre Gareca eran sus figuras).
Como en tantos otros casos, la dirección técnica fue el oficio elegido por Glaría para continuar su vínculo con el fútbol después de colgar los botines. Su mayor suceso como entrenador fue la campaña de San Miguel en el torneo de Primera B de 1985, cuando quedó al borde de subir a la A. Para entonces, ya con el retorno de la democracia, el Hueso empezaba a participar activamente en la vida del Partido Justicialista.
Elección, gobierno y disputa con Mario Ishii
Con casi el 55% de los votos, Glaría se consagró en 1995 como el primer intendente de José C. Paz. Gozaba del apoyo de Fernando Galmarini, quien lo había llevado a la Secretaría de Deportes en su gestión durante el menemismo, y de un Eduardo Duhalde cada vez más influyente en todo el territorio provincial. Le tomó juramento Mario Alberto Ishii, quien fue el primer presidente del Concejo Deliberante del partido recién constituido.

José C. Paz fue uno de los tres municipios en los que se dividió el enorme partido de General Sarmiento. Los otros fueron San Miguel y Malvinas Argentinas, todos con problemáticas similares y una clara identidad peronista.
La gestión de Glaría recibió muchas críticas. Las más fuertes, como suele suceder, surgieron de su mismo sector. Pronto se hicieron insalvables las diferencias con el presidente del Honorable Concejo Deliberante, un nieto de inmigrantes japoneses que prosperaron en el ramo de la floricultura: Mario Ishii.
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El enfrentamiento creció hasta que una disputa en el HCD se dirimió primero a tiros y seguidamente a balazos. Hubo heridos, hospitalizados y acusaciones cruzadas. En las elecciones de 1999, con Carlos Menem en retirada, Ishii defendió el bastión municipal e inició su largo mandato en José C. Paz.
El Hueso Glaría perdió presencia en la arena política. Su tumultuoso tránsito por la función pública y su posterior alejamiento no deslucen un pasado deportivo del que sin dudas puede enorgullecerse.

