Más del 60% de los pequeños y medianos empresarios afirmaron en la última encuesta de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) que, en el actual contexto del país, no tienen planificado invertir.
Junto con el posible valor del dólar, la evolución de la inflación, el consumo y las expectativas de diferentes sectores, es uno de los indicadores que se relevaron en testimonios, informes y consulta a especialistas sobre la economía poselectoral.
1- Caída del consumo y bajas expectativas a largo plazo. Según el informe de CAME citado, las ventas minoristas descendieron un 4,2% en términos interanuales en septiembre. Los alimentos y las bebidas tuvieron una caída inferior al promedio, pero también bajaron en ventas: 3,1% interanual.
Uno de los productos básicos que registraron una estrepitosa reducción –sobre todo en 2024– fue la leche. La tendencia empezó a revertirse en 2025, pero los niveles de consumo en el mercado interno aún no se recuperan respecto a 2023.
«Estuvo en 2023 en los 190 litros y cayó prácticamente a 170 en 2024. Está en 180 litros per cápita en 2025», aseguró Jorge Giraudo, director ejecutivo del Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA). El sector espera un repunte que permita volver a esos valores, pero no para 2025.
Respecto de la situación económica, advierte CAME, el 38% de los empresarios ve un empeoramiento: el porcentaje de pesimismo es tres puntos porcentuales más alto que el mes anterior, señalaron.
Y, respecto de la posibilidad de invertir, el 60,1% considera que no es un buen momento, el 27,8% no lo sabe y solamente el 12% piensa que sí.
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Un estudio reciente de Industriales Pymes Argentinos (IPA) aseveró que «la posición de reservas internacionales confirma que la estabilidad cambiaria y la ejecución del plan económico descansan sobre un andamiaje frágil».
Para las pymes, concluyeron, esto «se traduce en un horizonte de incertidumbre que condiciona la planificación productiva y la inversión».
2- El futuro del dólar: en relación al tipo de cambio y el dólar, el banco de inversiones Morgan Stanley proyectó los escenarios posibles luego de las elecciones: si el oficialismo obtiene una victoria amplia, consideran, el Gobierno podría avanzar hacia una flotación cambiaria coordinada con el respaldo de los Estados Unidos.
En ese caso –el mejor de los escenarios– la moneda se estabilizaría en torno a los $1.700. Sin violar la veda, esta entidad proyectó que, en el peor de los contextos (una amplia derrota de LLA por diez puntos o más detrás de la oposición), el dólar podría superar los $2.000.
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Para el economista Francisco Eggers, el panorama no puede definirse con tanta claridad y las proyecciones, en un momento como el actual, tienen altas probabilidades de equivocarse.
«Un escenario es el del cambio de esquema cambiario postelecciones, dejando de lado las bandas tal como las conocemos, o modificando fuertemente la banda superior. Es el que consideraría más lógico, pero eso no implica que sea lo que vaya a ocurrir», explicó.
«Pero, aun en ese escenario, la pregunta sería: ¿el Gobierno conservaría la capacidad de frenar al dólar si sube demasiado? Dependería de los apoyos que tenga del FMI y del Tesoro de los Estados Unidos», aseveró.
Otra posibilidad es que trate de mantener las bandas cambiarias. «Subiendo al 1% mensual (o subiendo de ahora en adelante a un ritmo más parecido al de la inflación, como 2% mensual). Para lograrlo, el apoyo tiene que ser muy fuerte, porque la demanda de dólares continuará vigorosa», agregó.
Una tercera opción, aunque poco probable, aclaró, «es que el Gobierno vuelva atrás con el cepo y las restricciones a las importaciones».
Respecto de las consecuencias a corto y largo plazo del salvataje de los Estados Unidos, el último informe de la consultora EPyCA destaca que «la decisión de aceptar la intervención de la administración Trump puede salir peor de lo esperado». Podría implicar «consecuencias económicas a futuro» y «un aislamiento en materia de alianzas geopolíticas, perjudiciales para los próximos años».
Para el economista Marcelo Elizondo, en cambio, esto permitirá «estabilizar la coyuntura financiera en el corto plazo», aunque aclaró que «después de las elecciones hay que ponerse a trabajar en reformas estructurales». Por eso, especificó que «el apoyo es importantísimo».
Por su parte, el economista Hernán Letcher afirmó que el problema va más allá del 26 de octubre. «Si al Gobierno le va bien en las elecciones, tal vez el escenario cambiario postergue parte de las tensiones que tiene hasta ahora. No las va a saldar, porque el problema es el tipo de cambio y de cuenta corriente cambiaria».
«La elección funcionará como catalizador. Pero el problema macroeconómico, de todas formas, sigue siendo un desequilibrio entre oferta y demanda de dólares, y eso trasciende la elección. El resultado electoral puede postergar las expectativas devaluatorias, pero no las va a resolver», soslayó.
Esta semana, y ante las diferentes especulaciones sobre el dólar a partir del lunes, el ministro de Economía, Luis Caputo, aseguró que no habrá un cambio de régimen cambiario «independientemente del resultado de la elección».
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3- Inflación en octubre y en 2026. «En los últimos meses, la inflación mensual logró estabilizarse por debajo del 2%. Septiembre rompió esta dinámica al registrar una leve aceleración hasta el 2,1%, reflejando el inicio del pass-through de la depreciación cambiaria», afirmó Clara Alesina, economista de la Fundación Libertad y Progreso.
«Octubre se perfila estable», manifestó. Las elecciones, opinó, «llegan tras un revés del oficialismo en septiembre, lo que podría afectar las expectativas y la estabilidad del peso».
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En el mismo sentido, Orlando Ferreres detalló que la inflación de octubre «no será mayor al 2%». «Luego de las elecciones, el contexto es de incertidumbre», indicó.
A su vez, consideró que existen dos opciones: «Que el Gobierno vaya manejándose con la banda superior hasta diciembre» o que, pasadas las elecciones, «deje flotar el tipo de cambio». En ese último escenario, «la inflación subiría por la devaluación». Para 2026, su consultora estima un incremento anual del 14% o 16%.

