En una jornada muy emotiva, cargada de sensaciones afectivas para demostrar todo el cariño a la memoria del prócer y campeón Miguel Ángel Russo, Rosario Central dio otro paso más en su camino hacia los objetivos trazados en el semestre, empieza a hacerse cada vez más amigo del protagonismo y se permite avizorar un horizonte con futuro provechoso, ya entrando en etapa de definiciones.
En otra fiesta en el Gigante de Arroyito, como de costumbre, con el esquema e idea ya asentados hace algunas fechas, el Canalla poco mostró en una primera mitad difícil de jugar, quizás afectado por el componente emocional de lo que representó el homenaje al último ídolo, también sorprendido por un audaz Platense, que salió a presionar alto, mostró rigor táctico y cerró espacios, enmarañando los circuitos futbolísticos auriazules fortalecidos el último tiempo.
Central pareció confundido en el campo. Sus cartas ofensivas estuvieron apagadas, mientras que Franco Ibarra, de notables presentaciones este semestre, se vio superado en cantidad por los volantes calamares, que doblaron el juego por el sector de Guido Mainero, bastante movedizo y una complicación para Agustín Sández en los 45 iniciales. Un derechazo de media distancia de Leonel Picco pasó muy cerca del palo izquierdo de Axel Werner, siendo la opción de riesgo más nítida.
Al Canalla le costó todo, incluso salir limpio desde el fondo, una virtud que había potenciado en los últimos compromisos. Emmanuel Coronel -de bajo nivel, desconocido- y Facundo Mallo se turnaron para errar pases, mientras que Ibarra e Ignacio Malcorra fueron bien atorados por Picco y Rodrigo Herrera. El fútbol de parte del local no fluyó, quien más intentó fue Jaminton Campaz por izquierda, alternando buenas y malas.
Central dispuso de dos oportunidades para abrir el marcador, una con cabezazo de Facundo Mallo que desvió Federico Losas y la otra con un zurdazo cruzado de Campaz entrando al área que pasó cerca. Nada más, demasiado pobre para un equipo con ansias de protagonismo. Faltó mucho más de Ángel Di María y Alejo Véliz, de lo mejor que había mostrado el conjunto de Ariel Holan en este torneo. Varias cosas por charlar, ajustar y corregir en el entretiempo. Un 0 a 0 rumbo al descanso que reflejó la liviandad, opacidad y falta de ideas.
El complemento arrancó con la mejor noticia para Arroyito: el gol. Campaz desbordó, lanzó una daga hacia el costado derecho, Enzo Giménez la peinó de cabeza y apareció el goleador Alejo Véliz con un testazo certero para hacer delirar al Gigante en un grito ensordecedor, esperado, que sirvió para aplacar las muecas de preocupación reinantes hasta el momento. El Canalla destrababa una historia que pintaba jodida.
Ya con la ventaja, la calma que otorga el hecho de estar ganando, Central pudo hacer circular la pelota con mayor prolijidad, sin apurarse, concentrado, tratando de no cometer errores, frente a un adversario limitado, que en nada se asemejó al campeón del primer semestre. Los de Holan trataron de amigarse con el balón para defenderse a través de la posesión, consiguiéndolo a cuenta gotas.
Es que, si bien el local fue superior, la diferencia en el marcador era exigua, por lo que cualquier mínima distracción podía pagarse caro. Afortunadamente, entre las deficiencias de Platense y la más que correcta labor de Juan Cruz Komar, afianzado abajo y siendo el pilar de la defensa auriazul, la victoria nunca estuvo en riesgo. El Canalla dispuso de espacios para poder aumentar más las cifras, pero pesó el cansancio físico de algunos jugadores y malas resoluciones en los metros finales.
El Calamar se vio con posibilidades hasta el final porque Central no sentenció la historia, pero chocó con su propia impericia, ante un Werner que tuvo una jornada más que tranquila, en la que nunca tuvo que esforzarse. Entraron Federico Navarro, Juan Manuel Elordi y Enzo Copetti para equilibrar la estructura, priorizando el orden defensivo por sobre alguna herramienta en ataque que permitiera dormir con la pelota y bajarle la persiana al encuentro. Saber cerrar los partidos, la materia pendiente en este Torneo Clausura.
La última la tuvo Mauro Luna Diale con una media vuelta apenas desviada y así se cerró el trámite. El Canalla se abrazó a tres puntos de oro, festejados y celebrados, ya que le permiten sostenerse en la cima de la Tabla Anual, lo dejan a un paso de la Copa Libertadores y lo afianzan entre los clasificados a los play offs. Esta tarde-noche le faltó juego, pero supo compensar la falta de claridad con empuje, garra y corazón. Hoy era indispensable ganar, en la semana se podrá trabajar más y mejor en aspectos futbolísticos para aceitar el funcionamiento.