Cuando María Ester Linaro asumió su rol de directora del Zoológico de Rosario muchos pensaban que se había cambiado de bando. Sorprendió que una activista por los derechos de los animales que comenzara a comandar los destinos de aquella prisión que exhibía animales como si fuesen objetos exóticos, donde tiempo atrás organizaba protestas en su contra.
El lugar consta de dos hectáreas ubicadas en el barrio Casiano Casas, una verdadera selva en medio de la ciudad. Ahora, Mundo Aparte, que cumplió 24 años de vida, y alberga unos 70 animales. La reserva se convirtió en referencia para todo el país. Los que tienen la posibilidad de ser liberados son preparados y cuando llega el momento vuelven a su hábitat natural. muchas aves lastimadas, pero normalmente podemos devolverla a la naturaleza.
Beba, como la conocen todos, pintó ella misma los murales que rodean el predio. Como docente de Bellas Artes de la UNR siempre impulsó a los alumnos a que se compromentan con mensajes “sobre ecología u otra temática”. Y su mayor orgullo fueron los tres homenajes que recibió por parte de estudiantes de diferentes camadas. Así como también el reconocimiento por parte del Concejo Municipal de Rosario como Ciudadana Ilustre por la tarea que lleva adelante desde hace 24 años con su fundación. “Me tiré a la pileta”, recuerda y sonríe en el podcast de Conclusión, El Efecto.
Una artista en un zoológico
-¿Qué puede hacer una maestra de Artes en un zoológico?- le preguntó Hermes Binner, en ese entonces intendente de la ciudad.
La respuesta llegó unos años después. La pintora escondía una carta bajo la manga. Ingresó en 1990 a aquel parque municipal con el único propósito de cerrarlo. Siete años más tarde, entonces, el zoológico dejaba de existir. Ya no más cárcel, ya no más maltrato, ya no más sufrimiento para los animales.
O por lo menos eso pensó. La experiencia serviría para entender que no alcanza con las buenas intenciones, y que más allá del qué se hace, es tan o más importante el cómo.
Cerca de 900 animales debieron ser derivados a distintas reservas naturales. Muchos, como un tigre de bengala, no sobrevivieron. El destino para otros fue mucho aun más cruel. A los ciervos el Estado provincial los colocó en cotos de caza. Y el resto fueron depositados en un basural rodeado por un paredón de tres metros en Las Palmeras entre Godoy y Uriburu, literalmente la última calle de Rosario. Allí permanecieron por meses.
“Yo hice lo que todo el mundo pensaba que había que hacer. Llevar al animal a un lugar donde pudiera ser libre”, señala Linaro, a quien los hechos le dieron una “trompada en el estómago” -según define ella misma- porque le dijeron “así no se hace”, agrega.
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“Una cosa es lo que se ve de afuera y otra es lo que uno vive desde adentro. Todos los cambios que uno quiera hacer tienen que ser lentos. Porque cuando se le modifican los hábitos al animal, puede enfermar o morir. Sencillamente, a veces uno propone alternativas que el animal no acepta”, detalla Linaro.
Cuando Beba se enteró del abandono de decenas de animales que habían estado en su zoológico pidió hacerse cargo de ellos. No tenía lugar, así que consiguió la sesión de tierras por parte del Gobierno nacional, y los adoptó a todos. Eran quince: leones, tigres, pumas, zorros, entre otros.
Mundo Aparte, desde 2001 se ubica en un terreno que originalmente pertenecía al Gobierno nacional (Sorrento 1500, Rosario), y que luego pasó a ser propiedad de la Municipalidad. Tras un largo proceso, en 2022 se firmó un convenio para que la ONG usufructúe el predio mientras se extienda el proyecto.
Hoy, 24 años después, los habitantes del lugar fueron cambiando. Algunos fallecieron por causas naturales, otros fueron liberados y así llegaron nuevos residentes. Todos los animales que llegan al refugio provienen del maltrato humano, ya sea por mascotización o heridas graves irrecuperables.
Allí viven aves rapaces (taguató común, lechuzas de los campanarios, lechuzas vizcacheras, halcones colorados, chimangos, caranchos), monos (carayá, capuchino), zorros (grises y de monte), pumas, ciervo axis, tigre de bengala, gatos monteses, aguará popé… y demás.
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La pareja de leones Fenix y Brisa fueron los reyes del lugar durante algunos años, hasta que la tiempos naturales hicieron su ingrato trabajo: “Fue terrible cuando murió Fenix porque ella no me dejó sacarlo y se quedó sentada al lado de él”. Sobre Brisa, revive con cariño: “En realidad debería haberse llamado Tormenta porque era una tromba, empezaba con los sopapos, lo hacía jugando… por eso mismo la iban a sacrificar”.
En este santuario cada animal tiene su bichero, una persona que le limpia su lugar y se ocupa de cualquier necesidad. Ya que no puede ser la misma persona para un oso que para un tucán, explica Linaro. En Mundo Aparte la atención es personalizada.
Contra el maltrato
Desde grupos ecologistas que conformó en los 90, pasando por su etapa en el Jardín Zoológico hasta su actual tarea de cuidadora de animales silvestres, Linaro llevó adelante distintas iniciativas para el cuidado de las especies. En sus tiempos de directora del predio municipal iniciaron la esterilización de perros y gatos en la ciudad, ya que muchos animales eran abandonados en las puertas del establecimiento. “Castrábamos con la complicidad con enfermeras de algunos hospitales. Eran épocas en que se mataban de cinco a seis mil perros por año nada más que para prevenir la rabia”, lamenta Beba.
Más tarde, a raíz de un proyecto de su autoría, el Concejo de Rosario prohibió la utilización de animales en espectáculos, por tratarse de una forma de maltrato. Es que algunos de los habitantes de Mundo Aparte han sido dejados en la ciudad por los distintos circos. “Debemos atacar las causas para que no haya más animales en cautiverio. Merecen ser libres y vivir. Son seres sintientes”, remarca.
“Estoy en contra también de la caza del animal plaga, porque le estás enseñando a un chico que lo que molesta, lo podés matar. El animal fue introducido ilegalmente por el hombre. Y son montos irrisorios lo que se paga por matar a un animal. El Estado tiene que comprometerse, como con el cuidado de los niños y la gente mayor”.
A partir de su enorme experiencia en la protección de animales, Linaro aconseja: “A la gente le diría solamente que los respeten. Son incondicionales, nunca van a fingir, para quererte o para odiarte. Una trata de ser igual, no demostrarle ni engaño ni doble faz”.
Visitar su casa
Solamente una vez por mes se permiten visitas acompañados por un guía y con el objetivo de concientizar a la comunidad sobre la problemática actual de la fauna y flora de la región. Y se toman todos los cuidados del caso: no se puede comer, correr o gritar dentro del predio. Además, los animales en período de rehabilitación o en proceso de liberación no forman parte del recorrido.
Para sostenerse, la organización reside subsidios municipales que nunca alcanzan, “pero ayudan”. Además de contar con socios que por un monto módico mensual colaboran con el lugar para la compra de alimentos y tratamientos veterinarios.
“La gente se va emocionada porque le sacás de adentro lo que tiene oculto. Estamos tan presionados social y económicamente que perdemos de vista lo que le pasa a los demás seres vivos. Los visitantes nos agradecen lo que hacemos, son experiencias muy lindas”.
Pero más allá de la especie son individuos, con sus particularidades y carácter. Por eso, en Mundo Aparte viven Uriel, Martín, Nina, Esmeralda, Rubí, Inti, Catriel, Popé, Otto, Fernando y Prince, entre otros.