El papa Francisco sorprendió a los fieles en la plaza San Pedro, este domingo, al participar de la misa por el Domingo de Ramos. “Buen Domingo de Ramos, buena Semana Santa”, expresó el Santo Padre, quien también se detuvo a saludar al cardenal argentino Leonardo Sandri, delegado para presidir la ceremonia.
La aparición marca su tercera intervención pública luego de haber permanecido 38 días internado por una neumonía bilateral. Desde que recibió el alta médica el 23 de marzo, Francisco ha retomado paulatinamente su actividad, participando también en el jubileo de los enfermos el pasado 6 de abril.
Al finalizar la misa, el Papa recorrió la plaza para saludar a monjas y niños que celebraban su recuperación. Durante el rezo del Ángelus, el sumo pontífice hizo un llamado a mantener la fe en tiempos de sufrimiento. “Frente a los dolores físicos y morales, no caigamos en la desesperación ni nos encerremos en la amargura. Como Jesús, sintámonos envueltos por el abrazo providente y misericordioso del Padre”, manifestó el Sumo Pontífice.
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Domingo de Ramos
Cabe recordar, que el Domingo de Ramos es una celebración religiosa en la que la mayoría de las confesiones del cristianismo conmemora la entrada de Jesús a Jerusalén, dando inicio a la Semana Santa. Es una fiesta cristiana que cae el domingo antes de Pascua, es decir, el sexto domingo de Cuaresma.
Un evento mencionado en cada uno de los cuatro evangelios canónicos. En la mayoría de las iglesias litúrgicas, el Domingo de Ramos se celebra con la bendición y distribución de ramas de palma o las ramas de otros árboles nativos, que a veces, la dificultad de conseguir palmas en climas desfavorables llevó a su sustitución de otros ramos, incluidos olivos o sauces, que representan las ramas de palma que la multitud esparció frente al Cristo mientras entraba en Jerusalén.
Muchas iglesias de las principales doctrinas cristianas, incluidas las tradiciones ortodoxa, católica, luterana, metodista, anglicana, morava y reformada, distribuyen ramas de palma a sus congregaciones durante sus liturgias del Domingo de Ramos. Los cristianos se llevan estos ramos bendecidos por el clero a sus casas, donde las cuelgan junto al arte cristiano, especialmente cruces y crucifijos, o las guardan en sus Biblias.