Más de 300 milímetros se precipitaron en pocas horas sobre la ciudad bonaerense de Bahía Blanca la mañana del viernes 7 de marzo: las consecuencias de esa cantidad inhabitual de lluvia en tan escaso tiempo fue la mayor inundación que sufrió la localidad. El temporal provocó hasta ahora 16 muertes, miles de evacuados y daños materiales incalculables. Pero no se trató de un episodio trágico inevitable o imposible de prever. Así lo muestra la tesis doctora de la investigadora del Conicet, Paula Zapperi, quien advirtió en su trabajo académica que esto podía ocurrir. Justo el organismo de investigación que el Gobierno de Javier Milei desfinancia desde el inicio de su gestión, al considerar que no es de utilidad para el país.
En su tesis, publicada en 2012 por el Conicet, Zapperi abordó la relación entre el crecimiento urbano y las características naturales de la ciudad de Bahía Blanca, que está situada en la cuenca inferior del arroyo Napostá.
“La ciudad recibe el escurrimiento generado aguas arriba, lo que aumenta el peligro de inundación”, explicó la investigadora en los últimos días en una entrevista con Radio Con Vos. Su investigación mostró cómo la expansión desordenada de la ciudad, sumada a la falta de planificación urbana, agravó los riesgos hidro-ambientales.
Zapperi utilizó sistemas de información geográfica (SIG) para analizar el comportamiento del escurrimiento superficial, identificar zonas de riesgo y proponer soluciones. “El principal efecto de las precipitaciones intensas es el anegamiento en zonas de menor pendiente”, explicó la especialista, para agregar que en áreas más elevadas, el agua erosiona calles sin pavimentar, transportando sedimentos que bloquean los sistemas de drenaje en zonas bajas de la ciudad bonaerense.
El trabajo doctoral, que puede leerse en la página web del Conicet, señala que esta obstrucción dificulta el desagüe del agua, incrementando el riesgo de inundaciones ante lluvias copiosas, como las ocurridas el viernes 7 de marzo último.
Otro punto significativo que el estudio de 2012 ya anticipaba era el impacto de la expansión urbana desordenada. El crecimiento de la ciudad, al generar áreas impermeables como calles pavimentadas y edificaciones, reduce los espacios naturales de absorción del agua de lluvia.
Esto provoca un aumento considerable del volumen de escorrentía superficial, dificultando aún más el correcto drenaje del agua hacia el mar y contribuyendo a la acumulación en las zonas bajas, tal como se observa dramáticamente en la actualidad.
“No es que hice una predicción, sino que recordé algo que ya había pasado«, aclaró Zapperi en la entrevista radical mencionada. Su trabajo, basado en registros históricos que datan de principios del siglo XX, mostró que las inundaciones eran un problema recurrente en Bahía Blanca. Sin embargo, los gobiernos posteriores a 2012 no priorizaron las medidas necesarias para mitigar estos riesgos.