El revuelo desatado por el programa educativo «Identidades bonaerenses,» (que incluyeron textos con sexo explícito para estudiantes de entre 14 y 15 años), trajo a la memoria la situación vivida en 2010 en Chaco, con un libro avalado por el Instituto de Cultura local, también con contenido de alto voltaje erótico.
Las críticas en la provincia de Buenos Aires se hicieron masivas en el inicio de esta
semana por la incorporación de ciertos textos en las clases de Educación Sexual
Integral (ESI). La preocupación surgió específicamente por el contenido explícito
de algunas novelas incluidas en el programa «Identidades bonaerenses». Sin
embargo, a pesar de las quejas, el ministro de Educación de la provincia, Alberto
Sileoni, defendió estos materiales, calificándolos de «una acción educativa» y
promoviendo su uso en el aula a través de lo que definió como una «lectura coral»
supervisada por el docente.
Allá por julio de 2010, mientras Jorge Capitanich cumplía su primer mandato como
gobernador el revuelo también rompió los límites. El polémico libro titulado
«Arquitextos-Herramientas creativas para la producción literaria», fue editado
por el Instituto de Cultura de Chaco y leído en voz alta en el contexto de una Feria
del Libro realizada en Coronel Du Graty. Cuando las voces se alzaron escandalizadas,
el entonces ministro de Educación Francisco «Tete» Romero trató de bajar el tono
asegurando que el texto «no estuvo jamás en una escuela ni va a estarlo». Sin
embargo, el vicegobernador Juan Carlos Bacileff Ivanoff -a cargo del Poder
Ejecutivo porque Capitanich se encontraba en Buenos Aires- ordenó al Instituto de
Cultura echar de su cargo a la directora de Letras, Graciela Barrios, por autorizar la
impresión y distribución del libro.

En Buenos Aires, hace algunos días, se reclamó por ejemplo que entre los textos
figure la novela Cometierra, de la autora Dolores Reyes, uno de cuyos párrafos
«Con la mano libre, se desabrocho el cinturón, bajó el cierre del pantalón y
expresa:
se lo quito. La otra mano se cerro en mi nuca. No me podía mover. Tiro de mí. Saco su
p … por encima del bóxer y me la acercó a la boca. Me dejé llevar a un beso tan suave
como si lo que besaba fuese una lengua. Le baje el boxer del todo. La piel que tocaba
me gustaba. Podía apretarla con los labios mientras la p … jugaba en mi boca y se iba
hundiendo. Ezequiel me miró chupar y yo también lo miré a él. Me agarró la cabeza
con las dos manos. Mantuvo un rato la presión, hasta que en un movimiento saco su
p … de mi boca y sus manos buscaron mi cadera. Me llevó hacia él.»
En aquella publicación generada en Chaco, había párrafos obscenos y referencias a
pedofilia en frases como «cogiéndose niños», «soy la verga, la chota, tu eje ( … ) que se
ocultara en muslos tibios» o «paja, la mano viene y va». Cuando los medios locales
comenzaron a reflejar el enojo de docentes y padres, tutores, pedagogos y
funcionarios, la entonces titular del Instituto de Cultura chaqueño, Silvia Robles,
declaró a Diario Chaco que «ese libro no fue confeccionado como material de
lectura para escuelas» pero admitió que «si se comprueba que efectivamente llega a
los establecimientos educativos, (como señalaban muchas denuncias) serán
quitados de circulación». «Arquitextos» había sido uno de los cinco libros que el
Instituto de Cultura de la provincia llevó ese año a la Feria del Libro
Internacional de Buenos Aires.
Los comentarios de los lectores en los diarios digitales y las redes sociales
vigentes en aquel año 2010 se saturaron en una polémica que solamente el
tiempo dejó aplacada. Hasta ahora, claro está, 14 años después, cuando esta
movida en el Ministerio de Educación bonaerense trajo intacto el recuerdo de lo que
un taller literario promocionado por el Estado chaqueño terminó generando.
Fuente: diariochaco.com