En lo más profundo de la selva panameña, un equipo de especialistas identificó una especie de árbol con una capacidad única: puede «electrocutar» como mecanismo de defensa para sobrevivir. El ejemplar, conocido como Choibá, evolucionó para resistir descargas eléctricas de altísimo voltaje, convirtiéndose en una de las especies más intrigantes del ecosistema tropical.
De acuerdo con los expertos, el Choibá no solo sobrevive al impacto de los rayos, sino que parece haber desarrollado una relación particular con ellos. Las descargas de los rayos que pueden alcanzar millones de voltios, representan la fuerza bruta e indomable de la naturaleza. En los bosques, los rayos son responsables de destruir árboles centenarios y alterar el delicado equilibrio de los ecosistemas, afectando tanto a la flora como a la fauna que depende de ella.
Aunque aún se investiga cómo actúa exactamente el mecanismo eléctrico del Choibá, algunos testimonios locales aseguran haber sentido “pequeñas descargas” al acercarse a ciertos ejemplares durante tormentas eléctricas. Esto ha despertado el interés no solo de la comunidad científica, sino también de ambientalistas preocupados por el impacto del cambio climático en los patrones de tormentas en la región.
Este hallazgo no solo revela una fascinante adaptación evolutiva, sino que también destaca la importancia de proteger los bosques tropicales, donde aún quedan secretos por descubrir.
Un árbol de «Dipteryx oleifera», justo tras recibir un rayo en 2019 (izq.) y dos años después (der.). Sobrevivió con daños mínimos y se liberó de lianas parásitas y vecinos que competían con él.
El protagonista de este fenómeno es el Choibá (Dipteryx oleifera), también conocido como almendro o haba tonka. Este majestuoso árbol de las selvas panameñas que también prospera en el bosque húmedo tropical desde Nicaragua hasta el norte de Colombia por debajo de los 1000 m de altitud, parece haber desarrollado mecanismos para beneficiarse de los rayos a través de su evolución.
Lo más asombroso es que este imponente coloso, que puede alcanzar los 40 metros de altura, no solo resiste los impactos eléctricos con mínimos daños a su estructura, sino que ha convertido esta amenaza en una estrategia ecológica, utilizando la energía de los rayos para eliminar competidores y organismos parásitos que amenazarían su supervivencia.
«Ver que hay árboles que han sido alcanzados por un rayo y están bien fue alucinante«, explica Evan Gora, ecólogo forestal del Instituto Cary de Estudios de Ecosistemas y autor principal del estudio publicado en la revista New Phytologist. Lo que comenzó como una observación casual hace una década, según explican los investigadores, se convirtió en un descubrimiento revolucionario sobre la adaptación de las especies.
Los investigadores estudiaron 93 árboles alcanzados por rayos en el Monumento Natural de Barro Colorado, en Panamá, utilizando un sofisticado sistema de detección. Los resultados fueron contundentes: mientras que el 64 % de los árboles de otras especies murieron en los dos años posteriores al impacto, los nueve ejemplares de Dipteryx oleifera monitoreados sobrevivieron con daños mínimos.Pero la verdadera sorpresa fue descubrir cómo estos árboles transforman el peligro en beneficio. Cada vez que un Choibá es alcanzado por un rayo, elimina en promedio 9,2 árboles competidores cercanos y reduce en un 78 % las lianas o enredaderas parásitas que infestan su copa. Esta «limpieza eléctrica» les proporciona más acceso a la luz y los nutrientes.