Dirigida por el capitán sir John Franklin, la expedición perdida de Franklin fue un viaje fallido de exploración británica del Ártico, que partió de Inglaterra en 1845 y tenía como objetivo atravesar y explorar el último tramo del Paso del Noroeste, inexplorado por entonces. Se trataba de una ruta comercial que unía los océanos Atlántico y Pacífico a través del Ártico.
La Expedición Franklin, liderada por el capitán Sir John Franklin, fue considerada una de las más preparadas de la época. Sus barcos, el HMS Terror y el HMS Erebus, estaban equipados con máquinas de vapor y cascos de placas de hierro para enfrentar el hielo ártico.
Era la cuarta y última expedición del oficial de la Armada Real que contaba con 59 años. El hombre era un experimentado explorador que ya había participado anteriormente en tres expediciones árticas, las dos últimas como comandante en jefe.
Llevaban provisiones para tres años, incluyendo 14 toneladas de carne en conserva, 0,5 toneladas de pasas y 580 galones de encurtidos, además de una biblioteca para la tripulación. En julio de 1845, los barcos fueron vistos por última vez por balleneros al cruzar de Groenlandia a la isla de Baffin, Canadá.
Tanto Franklin como los 128 miembros de la tripulación murieron al quedar sus barcos atrapados en el hielo en el estrecho Victoria, cerca de la Isla del Rey Guillermo, en el Ártico canadiense.
Pasaron tres años antes de que los británicos notaran su desaparición y enviaran grupos de búsqueda.
En 1850, se encontraron las primeras evidencias de la expedición en la isla Beechey: un campamento primitivo y tres tumbas de 1846. Cuatro años después, el explorador John Rae encontró a inuit (nombre común para los pueblos que habitan en las regiones árticas de América del Norte), en Pelly Bay, Canadá, con pertenencias de los marineros desaparecidos. Rae descubrió una pila de restos humanos, con huesos partidos y marcas de cuchillo, sugiriendo que los marineros hambrientos habían recurrido al canibalismo.
Algunos cuerpos fueron encontrados prácticamente intactos como el de John Hartnell, John Torrington, y William Braine, entre otros miembros de la expedición.
Desde la década de 1850 hasta la actualidad, la última expedición de Franklin ha inspirado numerosas obras literarias y durante muchos años, la prensa victoriana retrató a Franklin como a un héroe que condujo a sus hombres en la búsqueda del pasaje del Noroeste. En su ciudad natal, una estatua de Franklin lleva la inscripción «Sir John Franklin – Descubridor del Paso del Noroeste», y hay estatuas de Franklin en la entrada del Ateneo en Londres y en Tasmania que llevan inscripciones similares.