¿Quién no ha fantaseado alguna vez con vivir aislado del mundo? El rosarino Sergio Méndez lo hizo realidad, como una especie de náufrago en el continente, Sergio pasa sus días rodeado de un paisaje natural deslumbrante marcado por el mar, kilométricas playas, altos acantilados y delfines que merodean las costas.
Hace unos seis años, Méndez (62), que en Rosario trabajó en la dirección de sanatorios y contaba con una empresa constructora, decidió darle un giro de 180 grados a su vida. Es así como decidió mudarse a Pozo Salado, Punta Mejillón, un Área Natural Protegida en la provincia de Río Negro, entre Las Grutas y Viedma.
El lugar es tan bello como inhóspito. Para llegar hay que tomar la ruta 3, desde Viedma son 132 kilómetros. Pero la travesía no termina ahí, para acceder al domicilio hacen falta transitar unos 30 kilómetros de ripio. Allí, a 20 metros de la línea de marea, Sergio encontró la paz.
Según el Censo que se realizó en 2021, el rosarino es el único habitante del lugar. La suya una de las ocho viviendas que existen en la zona, el resto es utilizada de vacaciones en algunos momentos del año. Pero la casa vecina más cercana está a 25 kilómetros, y la que le sigue, a 45 kilómetros. Tampoco cuenta con energía eléctrica, por lo tanto se maneja con solar.
Sin embargo, su soledad no es absoluta, además de los cangrejos y pulpos que lo acompañan en el mar, su casa oficia como hostel, donde turistas que también buscan calma pueden hospedarse. Sergio no los llama clientes, sino “amigos”. También se dedica a realizar excursiones por el lugar y paseos de pesca.
Eso sí, un gran obstáculo es la distancia con el poblado más cercano y la dificultad para llegar a su domicilio. Como ejemplo, para hacer las comprar de víveres debe dirigirse a Viedma, por lo tanto, dos veces por mes viaja a la capital de Río Negro para abastecerse por unos quince días. Y que no se olvide de nada…
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El rosarino adquirió la vivienda en 2016 como casa de vacaciones, la pandemia, entonces, lo encontró allí. Por lo tanto, se vio obligado a permanecer ahí varios meses, luego sobrevino su separación y lo que comenzó siendo una casa temporal terminó su lugar de residencia por elección. “Fuimos de vacaciones a Las Grutas y vimos que había muchísima gente, así que decidimos venir a Pozo Salado y nos encantó. Primero vinimos en carpa, después en casa rodante. Y en 2016 compramos la casa”, cuenta su historia Sergio.
Luego, por 2019, durante uno de sus viajes se dio cuenta de que no tenía ganas de volver. “Sentí que mi trabajo en Rosario ya estaba hecho”, resume el hombre en diálogo con Conclusión. Entonces, lo encontró la pandemia, la excusa perfecta para no moverse de allí. Ahora, hace seis años que esa playa se convirtió en su hogar.
“Es un lugar bellísimo. Tiene una energía muy particular, que a la gente le hace muy bien. No existe en otro lugar una paz y tranquilidad así”, describe Méndez.
Hallazgo histórico
En 2023 guardas ambientales encontraron huellas fósiles únicas en el mundo. Se trata de la llamada «ave del terror» o forroraco, cuyo nombre científico es Rionegrina Pozosaladensis.
Era un animal que habitaba esas tierras hace aproximadamente 8 millones de años. Las huellas miden casi 40 centímetros de largo y se estima que pesaba unos 55 kilos. El hallazgo solo tiene comparación con los de dinosaurios carnívoros del Cretácico Temprano (entre 145 y 100 millones de años de antigüedad). Por lo tanto, el lugar, también se convirtió en un área de investigación de paleontológica.
Por último, el rosarino (ya rionegrino por adopción) realizó un pedido: “Este lugar es de todos los argentinos, creo que deberían conocerlo todos. Me gustaría que las autoridades se ocupen más. Hay gente que no puede ingresar porque no tiene el vehículo acorde”.