Wolfgang Amadeus Mozart no sólo fué un brillantes músico sino también portador de un gran sentido del humor. Fue a fines del sigo XVIII en la corte del emperador José II de Austria donde el artista desplegó uno de sus trucos más legendarios.
En 1786, Mozart fue invitado a actuar para el Emperador y sus músicos de la corte. Entre ellos un respetado compositor y rival de Mozart cuyo nombre era Antonio Salieri. Al Emperador le encantaba la música, pero no era músico. Disfrutó probando a compositores dándoles desafíos musicales y esa noche no sólo le entregó a Mozart una partitura que era increíblemente compleja sino que también le pidió que la tocara. La pieza se llamaba «La broma musical», y el emperador quería ver si Mozart podía manejarlo. La música, estaba llena de carreras y acordes que parecían imposibles.
Mozart estudió la partitura por un momento. Sonrió, luego se sentó al piano y comenzó a tocar, pero no de la manera que nadie esperaba. En lugar de luchar, hizo que la pieza imposible sonara impecable. ¡Entonces, para asombro de todos, puso la partitura patas arriba y la tocó al revés! Los músicos de la corte se quedaron sin palabras. Salieri, que probablemente había escrito la pieza para hacer que se tropezase, se quedó sin palabras. El emperador se rió y aplaudió, diciendo: «¡Mozart, realmente eres un milagro! ”
Ese momento no se trataba sólo de presumir, demostró que el talento de Mozart estaba más allá de la comprensión humana. No sólo podía leer y tocar cualquier pieza musical, sino que también podía convertirla en algo completamente nuevo en el lugar.
La racha traviesa de Mozart continuó a lo largo de su vida. Le encantaba crear armonías inesperadas, hacer chistes en su música y sorprender incluso a los músicos más experimentados. Su genialidad no estaba sólo en sus composiciones, sino en la forma en que veía la música como algo con lo que se tocaba, no sólo interpretaba.
Incluso hoy en día, sus «chistes musicales» son estudiados por músicos que todavía se maravillan de cómo se las arregló para mezclar el humor con, no sólo interpretarlo.