¿Cuál es la situación actual de uso y eliminación de las amalgamas con mercurio en Argentina y la región?; ¿Qué avances se han logrado en América Latina desde la “Alianza mundial para la Odontología Libre de Mercurio” ?; ¿Cómo viene siendo la participación regional en las negociaciones del Convenio de Minamata? Muchas son las preguntas que pretenden llegar a respuestas y conclusiones certeras que parecen develarse.
En 1956, en la bahía de Minamata (Japón), dos hermanas, de dos y cinco años, fueron diagnosticadas con los efectos terribles, intratables y estigmatizantes del envenenamiento por mercurio. En los decenios que siguieron, su historia sería contada muchas veces, convirtiéndolas en símbolo de decenas de miles de adultos, niños y nonatos que padecían lo que ahora se conoce como la enfermedad de Minamata.
Lamentablemente, esta es una historia que todavía debemos contar porque, aun cuando han transcurrido varios decenios, son demasiadas las personas que siguen pensando que el mercurio es simplemente un elemento fascinante contenido de manera segura en los termómetros. Son muy pocos los que entienden que es letal e indestructible y que está presente en todo lo que nos rodea, desde la generación de electricidad a partir del carbón hasta en determinados tipos de máscaras y luces fluorescentes.
Del mismo modo, son muchos los que no saben que solo una fracción de los 130.000 productos químicos y otras sustancias existentes en el mercado son debidamente evaluados, etiquetados y controlados. Aún menor es el número de personas que sospechan que artículos tan mundanos como las cajas de pizzas, las bolsas para palomitas de maíz para microondas o los desechos electrónicos contaminan nuestro aire, nuestra tierra, nuestra agua, nuestras cadenas alimentarias y ecosistemas durante generaciones. Las personas siguen demorándose mucho aún en identificar y aceptar esos riesgos para la salud humana y en adoptar medidas para hacerles frente.
“Debemos reforzar el derecho de los científicos a continuar su labor en aras del bien superior y el de los expertos médicos y los ciudadanos a acceder a esos conocimientos con facilidad. Debemos también recalcar el derecho y la responsabilidad de los poderes judiciales y los Gobiernos a la hora de adoptar medidas en relación con esos conocimientos y en el derecho que tienen los medios de comunicación de informar sobre los resultados y las repercusiones de todas esas iniciativas. Estos son derechos fundamentales que adquieren mayor importancia dado el trágico pasado y el futuro optimista que simboliza el Convenio de Minamata”, enfatizó el Secretario General de las Naciones Unidas Antonio Guterres.
El Convenio de Minamata es nuestra oportunidad de romper ese ciclo de miseria. Representa una oportunidad no solo para mejorar la salud de las personas en todo el mundo, sino también para acelerar la transición a una economía más verde, más justa. Las personas pueden beneficiarse de la tecnología que ofrezca alternativas más seguras y más eficaces para las comunidades con vistas a construir un futuro más estable y sostenible.
El mercado legal de los desechos, cuyo valor es de 400.000 millones de dólares al año, puede crear más puestos de trabajo para gestionar de forma segura el 90% de los desechos electrónicos abandonados actualmente en vez de permitir que sigan contaminando nuestra salud y nuestro medio ambiente. Dicho en pocas palabras, se pueden obtener enormes beneficios.
La mirada de Cecilia Bianco, responsable del Área Tóxicos del Taller Ecologista
La adhesión y firma de muchos países al convenio de Minamata, busca ponerle un límite a la contaminación de mercurio y su impacto en la salud y por ende al ambiente. Se analizan todos los productos que tienen mercurio, entre ellos, se encuentran las amalgamas dentales. Allí comienza el trabajo de buscarle un reemplazo. Muchísimos países tienen directamente la prohibición de utilizar en las obturaciones dentales amalgamas dentales, pero en el caso de Argentina, esa prohibición no existe.
Si bien hay un compromiso del actual gobierno, así lo hizo saber una de las autoridades de la dirección de salud dental, en el cual informan que van por una gestión de uso cero de mercurio. “Tanto esta gestión como la anterior, nos informó que la cámara que comercializa todos los productos odontológicos, una cámara a nivel nacional, no lo están comercializando. Lo otro es que la dirección de salud bucodental va a trabajar para cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible del año 2030 cumpliendo con los objetivos 5, 7 y 12 que, en este caso, tienen vínculo con la eliminación del uso del mercurio en este caso en el ámbito de la salud bucodental”, indicó Cecilia Bianco.
La información al respecto del impacto a la salud del mercurio, derivó en la profundización del estudio sobre las amalgamas, fundamentalmente por la presencia de este metal líquido en las mismas. “Estas son capaces de emitir vapores, y eso provoca que el mercurio comience a realizar un camino adentro de nuestro cuerpo a partir del ingreso por los pulmones. Esa es la toxicocinética que tiene el mercurio y existe todo un camino hacia algunos órganos específicos que deriva en un impacto muy negativo en el sistema nervioso central. También podemos argumentar que una vez que está producido el daño, este es irreparable, por ello existe un convenio, el de Minamata”.
Al firmar un texto de estas características, no siempre se llega a un nivel de detalle óptimo, por ello es que acto seguido se comienzan con las enmiendas. “Así fue como en el año 2022 aparece una enmienda la cual es aceptada por los países que estaban allí negociando. En este caso, fue una conferencia de las partes que se celebró en Bali, Indonesia, y que dice concretamente vinculado a las amalgamas dentales, que tiene que tratar el país parte de dejar de utilizarlas en niños menores de 15 años, y en mujeres embarazadas y lactantes. En Argentina, cuando los responsables firmaron el convenio de Minamata, para ratificarlo pusieron una condición que sostiene que toda enmienda tiene que ser aprobada por el Congreso Nacional para recién ser aplicable en el país, en este caso esta enmienda aún no salió de uno de los organismos que la está analizando desde hace un tiempo largo, se trata de la Subsecretaría de Ambiente.”
Cabe destacar que el trámite mencionado comenzó antes que el actual gobierno tome el poder, por ello se espera el mismo lo finalice. “Insistimos para que salga del ministerio responsable y termine siendo parte de la ley, la cual fue ratificada en el convenio de Minamata. Nosotros esperamos que se trabaje sobre este tema, pero lamentablemente parece que no están dadas las condiciones necesarias en el país para ir para avanzar sobre el mismo. Reitero, no es casual que el tema de amalgamas dentales esté dentro de un convenio que trata la contaminación y de ponerle un freno. El texto del convenio se va perfeccionado, y con eso empieza a haber regulaciones más estrictas”.
La puesta en marcha del convenio de Minamata, ha empujado que más países se sumen a la prohibición del uso de amalgamas dentales. Esto también fortaleció las campañas para que fabricantes de amalgamas dentales pasen a otro tipo de tecnología. “Hay que decir que en Argentina hemos podido constatar que no se ofrece, hicimos un análisis de cómo se encuentra la situación de la enseñanza en las facultades de odontología, y nos han dicho que lo único que están enseñando en el 99,9 por ciento de los casos, es como retirar de forma segura las amalgamas. Con esto quiero decir que consulten a su odontólogo u odontóloga para evaluar si se debe retirar o no la amalgama dental. Nuestra posición es que primero está la palabra del profesional sobre este tema, y si se encuentra en buenas condiciones, de ninguna manera nosotros promovemos su retiro. Siempre la última palabra la tiene el profesional de la salud bucal, esto debe quedar en claro para todas las personas que están leyendo el artículo, concluyó Cecilia Bianco.