El fenómeno de creadoras de contenido en plataformas como OnlyFans es global, y muchas chicas del Conurbano bonaerense han optado por utilizar este espacio para generar ingresos mediante contenido exclusivo. OnlyFans permite a las personas subir contenido que los suscriptores pagan por ver, lo que puede incluir desde material artístico hasta contenido para adultos.
Ese es el caso de Tamara, una chica de Ituzaingó que encontró así una forma de ganarse la vida y que reveló uno de los grandes mitos que flotan en el aire: ¿cuánto se gana por vender fantasías sexuales?
Cada creadora maneja su cuenta de manera diferente, y algunas mujeres del conurbano bonaerense pueden haber encontrado en esta plataforma una manera de monetizar su presencia en línea. La creciente popularidad de OnlyFans ha abierto la puerta a muchas personas para construir una base de seguidores que les permite generar ingresos desde sus hogares.
Tamara, la chica de Ituzaingó en OnlyFans
Tamara tiene 24 años y terminó diciéndose sí a ella misma luego de que sus amigas la dijeran cientos de veces la frase que tanto le repiqueteaba en la cabeza: «¿por qué no te abrís un only fans?».
Y hace tres meses dijo sí. Lo charló con su novio –«salimos hace siete meses, me entiende, me contiene y la pasión está intacta entre nosotros», aclara- y abrió su cuenta.
En el arranque decidió no trabajar en el mercado de Argentina ni en el Latinoamericano. La modelo trabaja para Estados Unidos y Australia. Por ahora, tiene bloqueado su visualización en América Latina. «Prefiero ganar en dólares. Mi familia tampoco sabe de este trabajo. Ahora se van a enterar por esta nota. Igual, no creo que haya problema. Son personas con una mente muy abierta», le dijo a Infobae la vecina de Ituzaingó.
«Todos piensan que es un trabajo fácil. Que hacés plata sin transpirar. No es así, son muchas horas que hay que estar frente a la pantalla y charlar con los clientes potenciales». De todos los hombres con los que habla, sólo un 20% se convierten en clientes que pagan por alguno de los servicios que ofrece. «Tenés que estar espléndida aunque a veces no tengas ganas de nada. Es un poco como ser una actriz y representar un papel», cuenta.
«Muchos hombres se piensan que pueden hacerme trabajar gratis. Eso a veces me desgasta en la explicación o también en descartar a los que te maltratan. Ofrezco desde fotos hasta hacer videollamadas, videos personalizados o ser en novia virtual. Se arregla un precio por día, puede ser unos 40 dólares, o un paquete por semana que pueden incluir videos o no -explica Tamara-. Eso, por un lado me da un dinero fijo, pero también me genera stress de estar pensando qué decir o como seguir el diálogo».
«A mí no me gusta hacer sadomasoquismo, ni cosas muy asquerosas -confiesa Tamara-. Una vez, un hombre quería que me coma mi excremento. Le dije que no enseguida y corté la conversación», dejando en claro sus límites.
También hace de jurado sexual: «Me mandan una imagen de su pene y yo lo evalúo como si fuera el jurado de un reality show. Muchos hasta me aclaran junto a la imagen que quieren ser humillados. Y ahí me despacho con todo», revela.
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Como hace tan solo 90 días que arrancó aún está en la etapa de sumar seguidores. Ya tiene algunos clientes fijos que le piden videos o fotos casi a diario. Factura entre 1.000 y 1.500 dólares al mes con apenas 750 seguidores. Para contar con su dinero, usa aplicaciones del estilo de Binance o Paypal. Eso luego lo convierte en pesos que usa para su vida cotidiana.
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Australia y Estados Unidos cuentan con regulaciones más estrictas sobre la industria del contenido para adultos y el trabajo sexual, mientras que Argentina tiene una regulación más laxa en cuanto a las plataformas en línea, aunque el trabajo sexual en sí está parcialmente regulado. Aunque en los tres países existe estigma hacia el trabajo sexual, la percepción pública varía. En Estados Unidos y Australia, el debate está más institucionalizado, mientras que acá todavía hay una resistencia cultural más marcada en ciertos sectores.
«Me cansé de trabajar en relación de dependencia. Quería manejar mis propios horarios y, también, ganar más dinero -explica la joven-. Siempre me gustó tener mi plata y no depender de nadie. La cuenta me lleva mucho tiempo de trabajo y de preparación antes de empezar, pero los horarios los elijo y me puedo tomar libre cualquier día libre para estar con mi ahijado, por ejemplo», dijo.