Es un hombre que quedó en la historia de la Selección Argentina de César Menotti. Roberto Rogel hace suponer con el fuerte apretón de manos y un tesón vigente para correr tres veces por semana en el Parque Avellaneda, todavía hoy a los 80 años, que en su etapa de zaguero central debió haber sido un marcador muy bravo de superar. “Si pasa la pelota, no pasa el hombre”, solía decirse entonces. Y este hombre -sobre todo entre 1968 y 1975, cuando fue un apellido reiterado en la defensa de Boca- supo cumplir a rajatabla con esa premisa.
Roberto Domingo Rogel nació en Mendoza y creció futbolísticamente en el Gimnasia y Esgrima de esa provincia. El Gimnasia y Esgrima platense se lo llevó en 1963, después de un amistoso en tierras cuyanas, y Boca Juniors lo fichó a fines de 1967. Debutó en un amistoso contra la Selección de Hungría y le tocó marcar a Ferenc Bene, gloria de ese país y figura un año antes en el Mundial de Inglaterra.
Roberto Rogel y su vínculo con la Selección
En tiempos de menos competencia internacional y mucha desorganización en el área, Rogel tuvo una relación intermitente con el seleccionado argentino. Sin embargo, quedó en la historia por un episodio del cual se cumple medio siglo este sábado 12 de octubre.
“Empezaba la etapa de (César Luis) Menotti y para el debut armó un equipo con mayoría de jugadores de Huracán, a los cuales conocía, y de Boca, que por esa época teníamos cracks en todas las líneas. Jugamos con España y empatamos uno a uno. Metí el gol de cabeza en el segundo tiempo. Fue en la cancha de River”, detalla Rogel.
Así se describió la agónica igualdad de Argentina en la revista El Gráfico, con firma del célebre periodista Julio César Pasquato: “A una formación presidida por la concepción del toque, la exquisitez, la sutileza tuvo que salvarla precisamente un representante de ‘la otra línea’: la de los fuertes, los toscos, los que anteponen el vigor físico y espiritual al dogma de la pelota bien tratada y la perfección técnica. Cuando Argentina se encontró perdiendo uno a cero, consiguió el empate Roberto Rogel, un anti exquisito por excelencia, haciendo jugar sus ganas, su vergüenza, su pujanza, su carácter, en dos cabezazos dentro del área penal”.
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Así fue la alineación el día del estreno (entre paréntesis, los clubes donde jugaban al momento de la convocatoria): Rubén Sánchez (Boca); Vicente Pernía (Boca), Jorge Paolino (Racing), Roberto Rogel (Boca), Jorge Carrascosa (Huracán); Miguel Brindisi (Huracán), Francisco Russo (Huracán), Carlos Babington (Huracán); René Houseman (Huracán), Edgardo Di Meola (River) y Enzo Ferrero (Boca).
Durante la segunda etapa Marcelo Trobbiani (Boca) reemplazó a Brindisi, con quien luego compartirían plantel en el Xeneize, y Osvaldo Potente (Boca) ingresó por Babington. Solo el Loco Houseman jugó el Mundial en nuestro país.
Otro partido inolvidable de la Selección
Aunque valore la gestión de Menotti (“porque vino a poner orden y la Selección empezó a ser valorada como nunca antes”) y aquel encuentro con los españoles haya trascendido como puntapié inicial del proceso que desembocó en la conquista del título en 1978, Rogel prefiere otro partido si le dan a elegir entre los ocho que vistió la camiseta celeste y blanca.
“Fue en 1970 contra el mismo Brasil que tres meses después salió campeón del mundo. Viajamos totalmente de punto, nadie confiaba en nosotros. Ni siquiera nos acompañó un periodista de acá. Ganamos 2-0 en Porto Alegre, con goles de Más y Conigliaro. Nos mandamos un partidazo”, cuenta con la emoción viva de aquel momento.
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Respaldado por Agustín Cejas bajo los palos, Roberto integró una sólida línea de cuatro con Cacho Malbernat, el Mariscal Perfumo y el Panadero Díaz. En la media cancha estuvieron Miguelito Brindisi, el Pato Pastoriza y el Muñeco Madurga, compañero suyo en el Boca bicampeón de 1969. Adelante jugaron Marcos Conigliaro (Estudiantes), el Lobo Fischer (San Lorenzo) y Pinino Más (River). Tito Pizzuti, conductor del Racing más famoso de todos los tiempos, fue el director técnico en aquella memorable jornada del 4/3/70.