Sergio Fabián Gómez se encontraba en su casa, junto a su mujer y su sobrino cuando de pronto, su casa se llenó de policías. Venían a buscarlo. Un llamado anónimo al 911 afirmaba que él había sido el autor del crimen del policía Leoncio Bermúdez, asesinado el 15 de noviembre en la puerta del Hospital Provincial cuando un grupo comando trató de rescatar a un preso que estaba internado. Tras 33 días detenido y sufriendo todo tipo de torturas, se constató que había sido detenido erróneamente. Ahora, su abogado defensor denuncia torturas, destrozos en su casa y la plantación de un arma falsa.
Todo comenzó la mañana del domingo 19 de noviembre, cuando la central 911 recibió un llamado en el que una persona aportó datos sobre el crimen de Bermúdez. Entre esos datos, estaba el nombre y la dirección de Sergio, por lo que se montó un operativo que terminó en una casa de Arequito al 800, del barrio San Martín Sur.
Para esos días, la conmoción por el asesinato de Leoncio era muy grande, habían pasado solo cuatro días y ya tenían un nombre. Al menos menos 13 policías se hicieron presentes ese domingo en la casa de pasillo del presunto homicida y su familia. Gómez terminó en un pabellón de alto perfil en el “Order” hasta que un juez le otorgó la libertad el 21 de diciembre del 2023.
“Me preguntaron si acá vivía Fabián, les dije que sí. Les pedí que me esperen, que me ponía un pantalón y les abría, que por favor no me rompan nada. Pero no esperaron, le dieron una patada a la puerta y entraron”. Así comienza el relato de la pesadilla que vivió Belén en su casa cuando fueron a buscar a su marido.
Según el relato de Belén, la denunciante sería su cuñada y la motivación estaría vinculada a una disputa por un tema de «dinero familiar”.
“Cuando entraron a la casa, lo sacaron a Fabián de la pieza, lo sentaron en una silla de la cocina, le empezaron a pegar cachetadas y uno de ellos le dijo: ‘vos mataste a mi compañero, caco, hijo de puta’. Yo le dije: ‘No, él trabaja, se equivocaron, él no tiene nada que ver, se equivocaron. Y ahí el mismo policía me dijo ‘callate negra, hija de puta’ y me dio una piña, que me dejó el ojo negro”, relató la joven.
En la casa estaba ella y su marido, y un sobrino de 16 años que se había acercado para ver qué estaba pasando y también fue golpeado. Los tres fueron trasladados a la Comisaría 15ª.
El acta consignó el secuestro de una pistola Bersa calibre .380 con municiones y la funda de un chaleco antibalas sin placas pero que la familia desconoció en todo momento y aseguran que “todo fue plantado”.
En ese sentido, Belén remarcó que los policías «hicieron todo mal». «No fue un allanamiento, yo pedía que me muestren el papel, la orden de allanamiento y el policía me decía que la tenía y se me reía, pero nunca me lo mostró. No vinieron con testigos, no entraron filmando el procedimiento… todo eso ellos lo tendrían que tener si dicen que supuestamente encontraron un arma en mi casa y un chaleco comodijeron. Ellos no presentaron ninguna prueba de que nos secuestraron eso, porque l verdad es que lo plantaron».
Lo sufrido por Sergio y Belén y también por su sobrino, fue mucho más alla, ya que aseguran que fueron víctimas de torturas. «A él, le enredaron el cable de la planchita en el cuello le quedó todo marcado. tenía todo el cuello marcado. Lo ahorcaban con eso. A mi marido lo ahogaban poniéndole una bolsa en la cabeza y tirándole agua en la cara. Y después me contó que le ponían también una pistola en la boca».
Finalmente, Sergio fue liberado el 21 de diciembre, pero la pesadilla parece no tener fin. «Nos rompieron todo en casa, no nos dejaron nada. La cocina me levantaron la tapa de arriba y me la rompieron toda, el ventilado también, la tele, todo, todo. No tenemos ni para calentar agua»
Además de las torturas y las pérdidas materiales, Sergio y Belén perdieron la posibilidad de festejar el cumpleaños de 15 de su hija, para lo que estaban ahorrando,que era el 17 de febrero. «En casa tenía plata que estaba juntando para el cumpleaños, y de las tarjetas que me habían pagado. Eso es ahora, el 17 de febrero. Pero hasta se me arruinó el cumpleaños de mi hija, el sueño de mi hija», se lamentó la mujer.
Ahora, la pelea que sigue no será sencilla. Además de la dificil tarea de reponerse, tendrán que exigirle al Estado que se haga responsable de todo el daño que sufrió la familia y dar batalla ante la Justicia.