Gloria y Ada son cuñadas, socias y juntas decidieron romper los estereotipos de género en un rubro históricamente masculino: ambas trabajaban en la parte administrativa de una carnicería en Monte Grande, hasta que un día el carnicero se fue. En ese momento decidieron poner manos a la obra y hoy están al frente del local, atienden al público, a los proveedores y conocen todo sobre cada corte.
Monte Grande: la historia de la carnicería de Gloria y Ada
Ubicado en la calle Malvinas al 400, el local se llama “JM Carnicería” es atendido por ambas: Gloria López, de 32, y su cuñada Ada Gallardo, de 38 años. Las mujeres se hicieron cargo de todas las áreas del negocio, aunque de antemano conocían sobre el rubro dado que vienen de una familia que siempre ha tenido carnicerías.

“Anteriormente yo estaba en una carnicería, pero en la parte administrativa. Dejé ese trabajo y se me dio la oportunidad de abrir el local junto a mi cuñada. Cuando arrancamos teníamos un carnicero, pero se tuvo que ir, buscamos otro y no lo conseguimos porque ninguno cumplía los requisitos que pusimos”, recordó Ada.
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En esa línea, Gloria señaló que “cerrar no era una opción”, de modo que pusieron manos a la obra y comenzaron a aprender a moverse dentro del rubro y a utilizar las herramientas, de las cuales la sierra era la que más impresión les daba. La mujer confiesa que “falta pulir algunas cosas”, pero que ellas hacen “de todo, desde la atención hasta los cortes”.

Cabe señalar que el brutal aumento de la carne que se dio este último mes impactó de lleno en el negocio de las chicas, quienes vendieron menos en estas semanas. “Nos afectó un montón, pero por suerte podemos trabajar todos los días, de lunes a lunes. La gente viene igual, pero compra menos”, contó Gloria al respecto.
«Mis hermanos no confiaban en nosotras»
Con respecto a los prejuicios por estar al frente de un comercio históricamente masculino, las mujeres cuentan que muchos clientes y proveedores se sorprendieron de verlas cortando la carne y utilizando la sierra. “Los clientes mayores, aunque son contados con los dedos de una mano, preguntan cuando llega el carnicero. Pero bueno, nosotras terminamos ‘comprándonos’ al cliente, por así decirlo”, dijo Gloria entre risas.
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Los primeros en sorprenderse de la decisión fueron los miembros de sus familias, quienes ya se dedicaban al rubro. “Mis hermanos no confiaban en nosotras así que se asombraron para bien. Nosotras siempre recibimos a los proveedores, no tuvimos inconvenientes. Creo que es por la postura en la que nos pusimos nosotras, de tirar para adelante”, agrega Ada.

La mujer asegura que todo se debe a la confianza y la seguridad que pusieron en ellas mismas a la hora de aprender un nuevo oficio y no dejarse llevar por “el qué dirán” los demás. “También nos sorprendimos de nosotras mismas esforzándonos, exponiéndonos al público en un ambiente muy machista en el que todos los que trabajan son hombres. No es común que haya dos chicas atendiendo”, sostuvo Ada en diálogo con El Diario Sur.

