El Pueblo Judío, en medio de una historia llena de guerras y de muchos padecimientos, tenia esperanza esperaba al Redentor. Celebraremos la Navidad, el Nacimiento del Hijo de Dios, del Mesías tan esperado durante tantos siglos.
Tal vez alguno podría pensar, ¿y qué cambio hubo desde el nacimiento del Hijo de Dios?, el mundo sigue lleno de guerras, lleno de sufrimientos, de violencia y de egoísmo, falta mucho amor. Pensando ahora en nuestro País, la situación tampoco es buena, sufrimos, tal vez no será posible comprar todo lo que alegraba el hogar años atrás.
¿Dónde está Dios?, ¿Qué cambió entonces con la llegada de Cristo? Y la respuesta e cambió todo, Dios entró al mundo, camina a a nuestro lado, y si le abrimos el corazón se mete y lo llena de paz, lo llena de amor.
La esperanza cristiana no es la simple confianza en que un problema económico e de salud se va a acabar pronto, igual pedimos a Dios que se resuelva cuánto antes. La esperanza cristiana es mucho más, es la seguridad de que de Dios solo procede el bien, de que el mal nunca tiene la última palabra. Esperanza es la certeza de que, aunque haya cruces en esta vida, nunca estamos solos, Dios está con nosotros, nos sostiene, Dios nos da paz, alegría, Dios nos guía hacia el Cielo para toda la eternidad.
La Virgen y San José no tenían nada en el pesebre de Belén, pero lo tenían todo, tenían a Cristo, al Hijo de Dios. Que Dios nos conceda la paz y la alegría de Belén, la que experimentaban esos humildes pastores que contemplaban entusiasmados al recién nacido Rey.
Será muy feliz esta Navidad si cada uno lleva a su propio hogar, al propio entorno, la paz y la alegría que proceden de Dios, y como el amor siempre es creativo, encontrara detalles que aportan felicidad, esos que no se pagan con dinero.
Vivimos tiempos que nos invitan a rezar más, a pedir más ayuda a Dios, a la Virgen Santísima, a vivir con más decisión nuestra Fe. Recemos por el Papa, siempre lo pide y lo necesita. Muy feliz Navidad Que Dios los llene de bendiciones.