El tiempo transcurre inexorablemente, como el dolor que a diario siente Claudia, la madre de Brisa del Pino, la chica que el 2 de diciembre de 2022, hace un año, desapareció sin dejar rastros mientras iba de Villa Luzuriaga a Moreno. «Estoy muerta en vida», dice la mamá de la adolescente, que cumplió 16 años el pasado 23 de septiembre mientras permanecía desaparecida.
Por el caso hay un sospechoso detenido, un hombre de 44 años, Carlos Altamirano, quien reconoció haber abusado sexualmente de Brisa, pero que dice no saber donde está. El misterio es tan enorme que el gobierno de la provincia de Buenos Aires ofrece $5.000.000 de recompensa para quien aporte información.
Brisa vivió toda su vida en el barrio Mariló, partido de Moreno, hasta mayo de 2022, cuando se mudo juntó a su madre y sus hermanos menores a Los Pinos, en la localidad de Villa Luzuriaga, en La Matanza. Claudia había explicado entonces que la mudanza se debió a que era muy insegura la zona en la que vivían.
«No sé dónde estarás o qué te pasó, pero mamá te va a encontrar. Solo le pido a Dios que te traiga sana y salva. Te extrañamos mucho y yo más que nadie. Te deseo un muy feliz cumple estés dónde estés. Solo yo se lo que siento: estoy muerta en vida y necesito encontrarte, mi vida», dijo Claudia, que un año después sigue con la misma incertidumbre que la atraviesa.
Un año sin Brisa del Pino: qué sospecha la Justicia
La historia de Brisa cambió para siempre aquel 2 de diciembre de 2022. Luego de esa mudanza de Moreno a Luzuriaga , la joven que por entonces tenía 15 años siguió visitando su antiguo barrio, Mariló con frecuencia.
Ese fatídico día fue la última vez que la vieron. Luego, se la tragó la tierra y empezaron miles de versiones que se sostienen hasta el día de hoy. Claudia comenzó a buscar a su hija y radicó la denuncia por su desaparición el día 12 de ese mes. Un vecino aportó su testimonio y aseguró que Brisa solía frecuentar una plaza de Mariló, donde aparentemente consumía estupefacientes junto con amigos y amigas.
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Desde entonces la mujer vuelve en forma permanente al barrio para encarar la búsqueda solitaria de su hija: camina sus calles, pega carteles con la imagen de Brisa en postes y paredes, e interroga a cuanta persona se cruza para tratar de tener algún dato que la acerque a la chica.
«El último día que vi a Brisa fue el 2 de diciembre. Los días anteriores a su desaparición me pedía mucho el celular y me decía que se quería ir para Moreno. Cuando salgo y vuelvo a mi casa, Brisa ya no estaba. El 2 de diciembre me dijo que se iba para allá, a la casa de una amiga, pese a que yo le había dicho que no. Se llevó sus perfumes, su ropa y no la volví a ver», explicó su madre.
Gracias a la declaración de los testigos, los investigadores comenzaron a trabajar en la hipótesis de un posible femicidio y vincularon el caso con Ramiro Joel Sosa, acusado de matar a Susana Cáceres, quien vive en Mariló.
Entonces rastrillaron amplias zonas del río Reconquista, en el límite entre Moreno e Ituzaingó, donde se había encontrado el cuerpo de Susana, pero no hubo resultados positivos en la búsqueda de Brisa.
Pronto la investigación determinó que la trama detrás de la desaparición de Brisa escondía un abuso sexual, corrupción de menores y consumo de drogas. Así cayó Altamirano -hasta hoy el único preso- luego de que se comunicara con Claudia a través de las redes sociales para decirle que su hija solía trabajar en su casa haciendo tareas de limpieza y que se había olvidado algunas prendas de ropa.
Inmediatamente la Justicia interceptó esos mensajes y detuvo a Altamirano, quien finalmente confesó que había abusado sexualmente de Brisa pero que «no tenia nada que ver con su desaparición». Otro vecino afirmó que el hombre la había tentado con el trabajo para luego “ofrecerle plata a cambio de sexo”, al tiempo que aseguró que él la involucró en el mundo de la droga.
«Ella terminó parando con un tal ‘Churro’, un transa del barrio, que le daba droga y la ponía a vender. También me dijeron que podían haberla captado para trata de personas y llevarla a Paraguay», detalló el hombre, de nombre Ismael. A partir de este testimonio, la Justicia investiga si Brisa fue víctima de una red de trata de personas.
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El caso siguió empantanado. Hubo un avance: hay otras cinco personas implicadas en la causa. Tres mujeres y dos hombres. Las primeras serían las «entregadoras» de la joven ya que solían juntarse a consumir estupefacientes por Mariló, mientras que los segundos también habrían abusado de ella y obligado a comercializar las sustancias prohibidas.
Pero desde hace ya tres o cuatro meses las informaciones y versiones se redujeron. Hoy Claudia sufre. Es el día que nunca imaginó que llegaría: un año sin Brisa.