Hace 50 años se estrenó la película El exorcista que marcó una época cinematográfica, donde la apostasía ha penetrado en la Iglesia a través de buena parte de los ordenados y donde el demonio está más activo que nunca, cambiando la moral de la civilización y de la Iglesia, y llevándose más gente con él.
Aquí hablaremos sobre los dos grandes aportes ocultos que la película El Exorcista está haciendo hoy mismo a nuestro tiempo, permitiéndonos ver los caminos negativos que hemos emprendido e indicándonos los valores que debemos recuperar.
La trama trata de un demonio que se instala en una niña de 12 años y se niega a dejarla ir, desconcertando a los médicos y aterrorizando a la madre, ni médicos ni pastores protestantes pueden desalojarlo, hasta que finalmente libra una guerra total contra dos sacerdotes, quienes lo expulsan de la niña.
Se trata de un caso verídico que fue informado por The Washington Post en 1949, aunque en realidad el poseído fue un niño de 11 años. William Peter Blatty, un estudiante de literatura, tomó esa historia y escribió el libro El Exorcista. Él siempre insistió que su libro era una obra que hablaba sobre la fe y cuando William Friedkin tomó el libro para dirigir la película homónima, era un judío secular confeso.
Aunque cuando le preguntaban de qué trataba realmente la película, su respuesta era que trataba sobre el misterio de la fe y a su muerte tenemos a un Friedkin que creía firmemente en las enseñanzas de Jesús.
El cine suele ser extrañamente profético.Tanto El Exorcista como El Bebé de Rosemary, de 1967, fueron realizadas por directores que no creían en ningún mal sobrenatural, pero en ambas películas la realidad del diablo se afirma, no como una vaga construcción psicológica, sino como una entidad diabólica real.
En ese tiempo en que el mundo estaba cambiando – mayo de París, movimiento hippie, Concilio Vaticano II -, que Hollywood hiciera un par películas sobre un artículo de fe como la creencia en la realidad del diablo, fue inesperado, por decir lo menos, proclamó una verdad eterna, ampliamente descuidada por la Iglesia en ese momento.
En ambas películas, el plan del maligno está claramente delineado: denigrar, degradar y, en última instancia destruir a la madre y al niño, presentados en cada una de las películas y a partir de ahí la mayoría de las buenas películas de terror que le siguieron, trataron indirectamente temas de fe, de una manera que pueden llegar a los más alejados, a los que descreen de Dios y de lo sobrenatural.
A aquellos que están en las antípodas de los católicos observantes, a los incrédulos, les plantean la existencia del mal y les suscitan preguntas: ¿Hay vida después de la muerte? ¿Existe el demonio, quién es?
En rigor es un paso gigante respecto a la mayoría de las películas seculares que evitan la religión y los temas trascendentes, preocupándose por contar historias solamente sobre sentimientos humanos.
Las películas de terror sobrenatural, que dólar por dólar constituyen uno de los géneros más lucrativos de Hollywood, no rehúyen la espiritualidad, sino que se inclinan hacia ella, nos recuerdan que la ciencia no tiene todas las respuestas que más allá de lo material acechan verdades mayores, a veces aterradoras y nos dicen que el mal corrompe y tiene consecuencias. Pero tienen mala prensa entre los cristianos.
Porque es claro que aún las buenas películas de terror sobrenatural tienen problemas, se podría nombrar una legión de ellos: pueden ser sangrientas, profanas y sensuales; y tener graves problemas doctrinales. Pero conozco a algunas personas que han sido conducidas a la fe, no alejadas de ella, mediante estas películas aterradoras.
Las películas de terror existen para asustarnos, pero las buenas películas de terror también nos piden que pensemos en la realidad sobrenatural y nos informan de graves peligros que nos acechan.
Por ejemplo, la niña de El Exorcista quedó poseída demoníacamente por jugar a la ouija, cosa que desechan los incrédulos, a pesar de la montaña de evidencias que tienen los exorcistas.
Los exorcistas llegan a decir que aquellos que responden con curiosidad positiva mientras usan una tabla ouija son generalmente susceptibles a la influencia diabólica. Por ejemplo, las dos películas La Monja alertan que el demonio se puede disfrazar con un atuendo que significa el bien y puede ser letal para la vida en la Tierra.
El Exorcista del Papa, a pesar de mostrar una lucha más ridícula que lúcida contra el mal, deja un mensaje sorprendentemente resonante, cuando el demonio le grita a un sacerdote «¡Dios no está aquí!», el sacerdote le contesta «¡Dios siempre está aquí!».
Y Nefarious muestra que la posesión es una paciente estimulación de nuestras debilidades por el demonio, que ofrece tentaciones y lleva a la rendición de la voluntad del poseído.
Por otro lado, el segundo aporte que hace la película El Exorcista, es señalar dos posiciones en pugna dentro de la Iglesia e indicar cual es la correcta.
En el Exorcista aparecen dos sacerdotes que caracterizan el drama interno de la Iglesia hoy. El más joven de los dos sacerdotes de la película, el jesuita Damien Karras, es un cura típico de principios de la década de 1970: un sacerdote que cuestiona lo que la Iglesia enseña en materia de fe, también parece estar en una crisis personal, cuestionando su propia vocación. Es agnóstico sobre la existencia del diablo y aún más dudoso sobre si existen circunstancias que requieran la realización de un exorcismo.
En cambio, el padre Lankester Merrin, el mayor de los dos sacerdotes, un franciscano, es un hombre sabio y experimentado, que ha visto el lado oscuro de la humanidad respetuoso de la Tradición y las Escrituras, sabe exactamente contra qué, o más precisamente contra quién, ha sido llamado a luchar.
Por ejemplo, cuando la madre agnóstica le pregunta al joven padre Karras sobre la posibilidad de un exorcismo, él le responde “tendría que subirme a una máquina del tiempo y retroceder al siglo XVI”.
En cambio, el padre Merrin reconoce exactamente desde el primer momento la naturaleza del combate e instruye al sacerdote más joven para que se prepare para lo que vendrá, trayendo vestimentas tradicionales sacerdotales, agua bendita y una copia del Ritual Romano.
En este escenario, la película deja claro quién es el sacerdote más auténtico, es quien cree en lo que la Iglesia siempre ha enseñado sobre la realidad del diablo y quien se esfuerza por actuar como sacerdote en la situación que se presenta ante una familia angustiada.
En cambio, el público observa cómo el sacerdote más joven se evade y filosofa, es que en la realidad, 8 años antes del estreno de El Exorcista había finalizado el Concilio Vaticano II.
Algunos pensaban que era el comienzo de una nueva primavera dentro de la Iglesia, y otros, que podría ser la llegada de la noche, la confusión en la Iglesia que siguió al Concilio llevó a muchos a no enfatizar la batalla sobrenatural, enfocándose en la batalla por las cuestiones sociales y así el diablo fue silenciosamente descartado y puesto a un lado suavemente para enfatizar un evangelio diferente.
Bueno hasta aquí, lo que queríamos hablar sobre las indicaciones proféticas ocultas en la película El Exorcista, que nos advierten sobre la preeminencia del mundo sobrenatural, y nos muestra dónde está la crisis dentro de la Iglesia y me gustaría preguntarte si has visto la película El Exorcista u otras películas de calidad por el estilo, y que te han parecido.
Fuente: El Foro de la Virgen