«Tomar mate implica mucho más que beber una infusión; es un gesto de amistad, de cordialidad; un sinónimo de encuentro que trasciende edades y estratos sociales», destacan desde el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM).
«Gracias a sus reconocidas propiedades antioxidantes y energizantes, tomar mate también implica incorporar al cuerpo una serie de beneficios para la salud», subrayan desde el organismo público-privado. Esta combinación de valores sociales, culturales y saludables llevó al Congreso de la Nación a sancionar en diciembre de 2014 la Ley 27.117, en la que se dispuso que cada 30 de noviembre se celebre el «Día Nacional del Mate».
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La fecha conmemora el nacimiento del caudillo Andrés Guacurarí y Artigas, más conocido como «Andresito», quien nació el 30 de noviembre de 1.778 en la localidad correntina de Santo Tomé y gobernó la denominada Provincia Grande de las Misiones. La norma promueve que en todos los eventos y actividades oficiales de índole cultural se promocione el consumo de mate y se haga hincapié en la bebida como representativa de las tradiciones nacionales.
Previamente, en 2013, el Congreso Nacional la declaró como «Infusión Nacional» a través de la Ley 26.871 sancionada el 3 de julio de ese año. Los orígenes del mate se remontan a la cultura de la etnia guaraní, que utilizaba las hojas de la planta de yerba mate (Ilex paraguariensis) como bebida, y eran objeto de culto y ritual, y moneda de cambio en sus trueques con otros pueblos prehispánicos como los incas, los charrúas y aún los araucanos a través de los pampas.
Caá en lengua guaraní significa «yerba», pero también significa planta y selva; para el guaraní, el árbol de la yerba es el árbol por excelencia, un regalo de los dioses; y tomar la savia de sus hojas era para ellos beber la selva misma.
Los conquistadores aprendieron de los guaraníes el uso y las virtudes de la yerba mate, e hicieron que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico desde su zona de origen a todo el Virreinato del Río de la Plata. Más tarde los religiosos jesuitas introdujeron el cultivo en las reducciones distribuidas en el norte de la Argentina, y Sur de Paraguay y Sudoeste brasileño; y fueron los responsables de que la yerba mate fuera conocida en el mundo civilizado como el «té de los jesuitas».
Recién en 1903 en Santa Ana (provincia de Misiones) se realiza la primera plantación de yerba mate para reemplazar el, hasta entonces, consumo de plantas silvestres que crecían en la selva, que desaparecieron por la sobreexplotación del recurso. En 2022 los argentinos consumieron más 275 millones de kilos de yerba mate y, según estudios encargados por el INYM, la yerba mate está presente en más de 90% de los hogares. Además, su consumo -bajo la forma de mate tradicional- aporta al organismo polifenoles -que actúan como antioxidantes que ayudan a aumentar las defensas y a disminuir el envejecimiento celular-. También proveen de vitaminas del complejo B -que ayudan a aprovechar mejor la energía de los alimentos ingeridos-, potasio y magnesio -sustancias indispensables para el correcto funcionamiento del corazón- y xantinas -cafeína, teobromina, compuestos que estimulan el Sistema Nervioso Central; apuntalando al esfuerzo físico e intelectual-.
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La producción de yerba mate comprende 209.000 hectáreas cultivadas, de las cuales el 86,9% se encuentran en la provincia de Misiones y 13,1% en la región nordeste de Corrientes. Antes de llegar a los hogares, la materia prima transita un proceso de producción y elaboración que involucra a unos 13.000 productores, 15.000 cosecheros, 197 secaderos, y 102 molinos y molinos – fraccionadores. «Con más de cien años de cultivo sistemático, la infusión se extendió a lugares impensados y hoy, a través de «embajadores» como Lionel Messi y el Papa Francisco, comenzó a ser conocido a escala planetaria», resaltaron desde el INYM. Así, durante 2022 se despachó yerba mate argentina hacia más de 40 países, con embarques que totalizaron más de 40 millones de kilos.
Siria concentra 78% de las exportaciones y Chile, 10,8%; el resto de los despachos se destina a Líbano (1,8%), Estados Unidos (1,6%) y Francia (1,2%), entre otros, donde básicamente se abastece el «mercado nostálgico» de los argentinos y latinos.
Fuente: cableratelam.com.ar