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La escritora Susana Szwarc es de Quitilipi, y actualmente reside en Buenos Aires. «La escritura es una forma de reparar el mundo», nos dijo hace unos años, postura que sostiene en cada libro que ha publicado en diferentes géneros. Aquí solo mencionamos algunos, como «Bailen las estepas» (1999), «En lo separado» (1988), «Bárbara dice» (2004), «Aves de paso» (2009), «El ojo de Celan» (2013, 2019), «Una piedra en el aire» (2019), «Caracú» (Pixel Ediciones, 2021) y «Decir la suerte» (poesía reunida, Contexto, 2021). En narrativa publicó «Trenzas» (1991, 2016), «La muertita o la novela que» (2016), «El artista del sueño y otros cuentos» (1981), «El azar cruje» (2006), «Una felicidad liviana» (2007) y «La resolana» (cuentos reunidos, Contexto 2018).
—Constantemente estás escribiendo y publicando. ¿Qué escribís ahora, o en qué proyecto estás embarcada?
—En unos días sale en España, por editorial Polibea, la reedición del libro de poesía «Bárbara dice». Como corregí poemas y escribí otros, el nuevo libro se llama: «Ahora Bárbara dice». Me mandaron la cubierta y es muy linda. También es muy linda la tapa de la primera edición, que salió por Alción, una editorial muy cuidadosa con cada libro y que sigue a pesar de las dificultades. Está en la provincia de Córdoba. Estoy revisando un libro de poesía con el nombre de «Sustento». Además estoy cerrando otro con el nombre de «El libro (no) de los salmos».
Tengo en mente dos más, uno empezado. Y otro solo la idea, pero la idea no es escritura. También estoy con un libro de cuentos que va demorándose y dos obras de teatro (ya escritas) que me gustaría publicar.
—En diciembre cumplimos 40 años de democracia. ¿Qué es lo primero que viene a tu memoria cuando escuchás hablar de democracia?
—Aparece la alegría de haber logrado el pasaje de la espantosa dictadura cívico-militar a la llamada democracia. El aire se sentía de otro modo. El caminar sin miedo. Luego, sus significaciones y sus falencias. Si democracia significa igualdad de cada habitante ante la ley, esto no se ha logrado aún en las democracias. No funciona esa igualdad para juzgar, si algunos tienen mansiones (tantas que no van a llegar a habitarlas por generaciones) y otros viven en la calle. Podría dar muchos ejemplos de desigualdad.
De todos modos, creo que es la mejor forma que se ha podido encontrar hasta ahora para soportar el malestar, para dar lugar a la creación, para encontrarse unos con otros/ as, a pesar de sus diferentes capas, donde la crueldad humana se deja sentir y hasta se deja que avance. En el nuevo libro llamaba a un poema «Democracia», para ironizar (profesores, científicos, escritores, turistas, oficinistas, se encontraban en esos prostíbulos ubicados en el centro de las ciudades y dedicados a una clase media), pero la democracia está tan lastimada actualmente en todo el mundo, que preferí no ironizar con ella. Titulé el poema «De todas partes». Si bien muestro la otra cara de la democracia, creo que es en ella donde es posible, también, el surgimiento de lo mejor de lo humano. Donde se puede leer lo múltiple y dar cabida a una vida digna.
—Para vos, como escritora, ¿influye la forma de gobierno del país, influye en algo estar en democracia o dictadura? ¿De qué forma?
—En las dictaduras aparece el temor de nombrar, decir, y el riesgo, además de la censura, de la autocensura. De todos modos, es muy singular. Hay quienes aun en situaciones aterradoras han escrito, han compuesto música, dibujado, pintado, han creado coreografías. Así sucedió en nuestro país en los años de dictadura; en los campos concentracionarios de cualquier época, en regímenes de opresión. Mi primer libro, que fue de cuentos, lo fui escribiendo en los últimos años de la dictadura. Sale en esos cuentos el clima de opresión y de tristeza. El libro se llama «El artista del sueño y otros cuentos», un homenaje a Kafka y a sus cuentos «El artista del hambre» y al «Artista del trapecio». Kafka muestra en su escritura el ahogo que producen las dictaduras. Entonces, para respirar/escribir, necesitamos el espacio que solo se consigue en tiempos de democracia.
—¿Qué hechos o acontecimientos de estos últimos años de democracia fueron importantes para vos?
—Recuperar las políticas de la memoria, después del período entre 2015 y 2019, que nos hizo retroceder a los ‘90. La recuperación/restitución de los nietos privados de su identidad. Las políticas culturales que dieron lugar a un teatro independiente, aunque duramente sostenido. También películas. Libros que compró el Estado y que se entregaron a las escuelas. La creación de universidades públicas en diferentes geografías. Acciones que logran una mayor participación de todos y todas. Intentos de lograr una mayor igualdad y respetar las diferencias.
—Si tuvieras que elegir una imagen de la provincia del Chaco, de Resistencia, o del interior, que represente estos 40 años de democracia…
—Recuerdo haber estado en Quitilipi un 11 de enero, creo que del 2010, y escuché en la radio sobre el festejo por la potabilización del agua de La Colonia Aborigen. Lo elijo como una muestra de acciones que se fueron diseminando en los últimos años. También escogería lo mucho que se realizó en Cultura, publicaciones desde la Dirección del Libro, acciones en el ámbito del teatro y el espacio para la música. Las Ferias del Libro también las escojo, porque son espacios que dieron lugar a la inclusión, a la ampliación discursiva y a la diversidad.