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Se trató de un evento reservado para alrededor de 200 periodistas internacionales que se encuentran cubriendo el conflicto, los cuales solamente pudieron observar y tomar notas de los videos.
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Dichas imágenes no fueron autorizadas a ser difundidas de manera abierta a raíz del contenido gráfico de las mismas. No obstante, algunos corresponsales describieron las secuencias tras la «función privada» a la que asistieron, mencionando decapitaciones de soldados y bebés, familias acribilladas, niños ejecutados mientras se escondían, personas quemadas vivas y hasta llamados telefónicos desde los dispositivos de las víctimas para contar lo que acababan de cometer.